
Disfrutar de estas películas es posible, pero resulta un requisito casi indispensable haberse leído los libros y conocerse la trama y los detalles de las relaciones entre sus personajes para entrar en ellas. Y si eso era importante en la primera parte, en Luna nueva es mucho más necesario. Lo primero por como arranca. Un espectador que no esté al tanto de cómo funciona la relación entre Bella y Edward no entenderá nada de lo que sucede al principio, no comprenderá la angustioa de estos dos personajes ni su dolor, no entenderá la depresión de Bella ni por qué Edward aparece y desaparece ni muchas otras cosas.
Luna nueva arranca donde terminaba Crepúsculo, y se ahorra la presentación de los personajes y de sus circunstancias. Parece estar concebida más como serial que como película. Por no hablar de sus referencias constantes a los acontecimientos de la primera parte, que obligarán a un posible espectador no iniciado a preguntarle a su compañero de butaca constantemente de qué están hablando. Y será mejor que el compañero de butaca se haya leído los libros, porque sino hay muchas cosas que no podrá explicar.
Crepúsculo y Luna nueva parecen estar concebidas exclusivamente para adoradores convencidos de la saga literaria, y el motivo por el que ir a verlas al cine no es otro que para ver lo que ya hemos imaginado una y otra vez, por ponerles cara a los personajes que ya habíamos personificado en nuestra mente y comprobar si se parecen a la "realidad". Pero no es el único. No se puede negar el tirón de Robert Pattinson y Kristen Stewart, cuya elección ha resultado un verdadero acierto y ya se han convertido en los héroes melancólicos y atormentados de nuestro tiempo. Y Luna nueva suma un reclamo más, mucho más agradable: un toque de color y músculo del grupo licántropo.
El público no puede evitar una exhalación cuando Jacob (Taylor Lautner) se quita la camiseta para limpiarle la sangre a Bella después de una caída, y los planos de los hombres lobo con el torso desnudo son constantes. Luna nueva toca la fibra del deseo puro y duro. El personaje de Robert Pattinson nos tocaba al alma, el de Lautner despierta la libido. Y es que Luna nueva es una película mucho más física que su predecesora: más acción, más peleas, más efectos especiales y más fiereza, y hasta carreras de coches.
Pero lo cierto es que con todo eso, que era una elección muy intencionada por parte del equipo de la película, Weitz no ha conseguido cambiar el tono que Catherine Hardwicke le imprimió a la saga, ese aire de grave tragedia que aspira a convertirse en clásico: no es casual que se comience aludiendo a Romeo y Julieta y se acabe viajando al pasado con los Volturi. Pero no llega a la altura. Los sentimientos siguen pareciendo forzados, exagerados... todo es demasiado afectado.